Esos primates! |
Compañía |
County Connemara |
Que viene, que viene, shh shh...!!! |
A ze parea, karakola ta barea! |
Irish Craic |
Esos primates! |
Compañía |
County Connemara |
Que viene, que viene, shh shh...!!! |
A ze parea, karakola ta barea! |
Irish Craic |
Hoy llegaremos a Galway. Tenemos 60km escasos y empezamos a pedalear despacio, como remolones contra el viento que sopla de par de mañana. Pasamos por sitios de postal, paisajes que parecen pintados. Montañas y lagos, ríos y puentes, campos de turba recién extraída y una carretera serpenteante que los cruza.
Antes de mediodía ganamos la costa. Cambiamos de rumbo y el viento nos empuja ahora. El mar es gris y parece tranquilo, además el día acompaña, ya que el sol luce por momentos.
Ya nos ha advertido el señor recepcionista: "tened cuidado conforme os acerquéis a Galway, la gente conduce rápido y mal". Bien cierto, varios coches pasan cerca de nuestras alforjas, algo que no se había dado hasta ahora.
Llegamos a comer a Galway. En un parque hacemos la comida y disfrutamos de ella al sol. Después nos dedicamos a buscar alojamiento y pronto nos enteramos de que este fin de semana son las carreras de caballos y está difícil encontrar camas. Una familia de Valladolid nos oye y nos facilita una dirección y vamos allá. Es una casa de huéspedes que nos hace el papel hasta mañana, que cogemos el tren de las 8am.
Una noche en cama después de alguna de suelo es siempre agradecida. Nuestras piernas y resto del cuerpo nos lo agradecen, aunque yo no es que haya dormido más que otras noches. Tenemos la ropa limpia y seca, y no llueve (todavía).
El desayuno del hotel está bien, hay cereales, bollos caseros. .. desayunamos tranquilos, se ha puesto a llover. No hay prisa.
Hay que mentalizarse y saber que si queremos avanzar, nos tenemos que mojar. Nos armamos de valor y comenzamos a pedalear.
Lo de hoy no se le puede llamar ni siquiera llover. Esto es diluviar. Apretamos los dientes y seguimos hasta un pueblo llamado Ballyhaunis. Seguro que hemos pasado por una zona preciosa, y cerca de un lago y por algún que otro pueblo bonito. La cosa es que no se ve nada. Ni poder parar a visitar un pueblo o disfrutar de un paisaje. Ni siquiera podemos sacar la cámara de fotos, ya que todo va empaquetado en las alforjas y cerrado a cal y canto.
Llegamos algo tarde para comer y un take away con pizzas nos salva. Volvemos a comer sobre las 6, con una ansiedad enorme. Una pinta cae en el pub de enfrente, donde a nadie parece importar si afuera llueve o truena.
Lo de hoy se ha parecido más a kayak con ruedas...
Empezar el día teniendo que volver sobre tus propios pasos es duro. Si es en bici, más. Y si llueve 10min cada hora, más todavía. No es un mal día. Vamos avanzando poco a poco, ya que otra vez tenemos que resguardarnos de la lluvia cada poco rato.
A la hora de comer, en la propia trasera del supermercado de un pueblecito típico, hay una mesa de madera en la que pensamos comer. Está mojada y la movemos al sol, para que se seque. Bien. En lo que se tarda en abrir dos alforjas empieza a llover y tenemos que recoger a toda prisa. Donde se termina el pueblo hay una nave abandonada que nos sirve de comedor.
Estamos empezando a pensar que llueve cuando pedaleamos y para cuando nos ponemos a cubierto.
Llegamos a Longford. En la oficina de información nos dicen que hay un camping a 35km y decidimos ir hasta él. Sin embargo nos encontramos a menos de 8km de allí, y por la misma carretera, un camping con 5 caravanas en el que abrimos la valla y plantamos la tienda.
Parece que la noche nos va a salir gratis. El camping es básico, pero suficiente. Parcela plana, mullida, a resguardo y ducha caliente y aseos.
Como hemos llegado a buena hora, hacemos colada, preparamos todo y vamos a comprar a la ciudad. Allí nos tomamos un par de pintas y charlamos con los parroquianos que encontramos en el pub.
Amanece y justo cuando tenemos todo seco y preparado, empieza a llover. Esta vez no tienen pinta de ser "showers", como le llaman aquí al chaparrón de toda la vida. Parece que va a estar así todo el día. Aparece un hombre en el camping y nos confirma que estará así al menos 2 días. "Best weather for the pub. It's a beer day, ain't it?" Nos dice con un marcado acento irlandés.
Nos quedamos pensando una alternativa a la ruta que teniamos pensada, dirección Sligo. Parece mejor idea ir más hacia el oeste y no tanto hacia el norte, ya que no nos va a dar tiempo a hacerlo. Mientras, en el cuarto de la lavanderia del camping, esperamos a que pare un poco de llover poniendo música y contando tonterías. Pasamos un buen rato de risas.
Ya vemos que no va a parar. Decidimos acortar la etapa y parar en Roscommon, intentando llegar a mediodía para preguntar por alojamiento.
Pedaleamos bajo la lluvia unas 2 horas y media. Al lado de la oficina de información tenemos un hotel. Hoy nos duchamos y comemos tranquilos. Además tenemos que gestionar algún fleco del alojamiento de los días de Dublín e imprimir la hoja de registro de la carrera, así que una tarde tranquila nos espera.
No hay fotos de exterior ya que ha llovido tanto que hemos tenido que meter todo en las alforjas. Viendo el charco que hemos dejado en la recepción del hotel y el tenderete en la habitación nada más llegar se hace uno a la idea de cómo ha llovido.
No he pegado ojo por el frío que he pasado. La verdad es que el saco-sabana de seda se queda corto con esta temperatura y humedad, y he tenido que dormir vestido.
No tenemos desayuno al despertar y pensamos desayunar esperando a Iñigo en la estación de tren de Malahide. El caso es que él llega antes y está esperando desde hace un buen rato. Es tarde pero queremos desayunar. La sorpresa que nos da Iñigo cuando nos dice que tiene unas galletas y bollos es tremenda. Las devoramos junto con un chocolate que pedimos en el chiringuito de la estación.
Vamos sorteando nubes. Que vemos que empieza a llover, paramos y nos resguardamos. Que para, seguimos. Intentamos avanzar sin mojarnos demasiado. A la hora de comer nos ponemos en una mesa con vistas a unos campos deportivos y vemos llover y salir el sol varias veces.
Pasamos por Trim y vemos su castillo y abadía. En la oficina de información nos dicen que el camping más cercano esta a 40km. No nos imaginábamos que habría tan pocos camping en Irlanda. Los hay contados y hacia la zona donde nos dirigimos, menos. Esto se traduce en más kilómetros, teniendo que ir hasta un camping a orillas de un lago, cerca de Mullingar, donde montamos el tenderete.
Es domingo y amanece soleado, así que aprovechamos para ir a un parque y dar un paseo con Liher.
Después de hacer unos ajustes a la bici, salgo hacia el aeropuerto para recibir al primo Xabi. Decido ir dando un paseo por el centro de Dublin; por cierto, no recordaba que hubiera tanto carril bici. Antes de llegar al centro, viene una vuelta de agua y me resguardo en una marquesina. En cuestión de segundos empieza a tronar y cae una tromba de espanto. Cuando para un poco decido seguir y veo gente haciendo fotos de cómo llueve! En Irlanda! !!
Xabi llega en hora. Montamos la bici y vamos a ver el Malahide Castle. De ahí vamos a un camping que hay al otro lado de la bahía, en la playa de Rush. Llegamos tarde, así que por el camino compramos la cena y la preparamos nada más llegar y ducharnos.
Nos vamos a la cama. Hay mucha humedad y en la tienda hace un frío que pela.
La llegada a Dublin, con algo de retraso, ha sido especial. Simplemente el hecho de haber vivido aquí un año lo convierte en especial.
La bici ha llegado en buen estado y en un momento la tenía montada sin ni siquiera tener que salir de la zona de recogida de equipajes.
Se nota que estoy en Irlanda. Se nota, porque los chicos que descargan el equipaje se me quedan mirando, me preguntan si estoy loco y me dicen que no me preocupe por la caja, que ellos se encargan. Se nota, ya que al pasar por uno de los barrios de camino al centro me gritan y me llueve un trozo de tarta, que rebota en mi rueda delantera. Se nota porque en una gasolinera, pregunto por la dirección que debo tomar para ir a casa de Hugo y el hombre no para de mirar el gps y de acercarse a mi a la vez que llama a su amigo. Y se nota, sobre todo, cuando miro al cielo.
En poco menos de dos horas llego a casa de Hugo y Myriam, en Saggart, y conozco a Liher. Muy majete, me recibe con una sonrisa enorme.
Ese día celebran el cumpleaños de Stew, guitarrista del grupo donde canta Myriam, en un pub. Hay picoteo y buen ambiente, aunque nosotros cumplimos y volvemos a casa pronto, Liher se ha quedado con una babysitter.
Me ha hecho mucha ilusión volver a ver a mi "irish anai" Hugo, y ver que están tan bien aquí.